Leganés, 6 de febrero de 2011; A partir de la “Revolución de los Jazmines” del pasado mes de enero en Túnez que consiguió derrocar un régimen dictatorial de 23 años, esa onda de conciencia social se ha extendido a otros países árabes que luchan por conseguir la libertad como países democráticos. El ejemplo de Túnez ha sido seguido vehementemente por el pueblo egipcio que quiere acabar con la dictadura que lleva soportando 30 años. El problema de esta nueva revuelta es la falta de factor sorpresa que está dificultando el rápido éxito que se esperaba después de semanas de concentración pacífica en la plaza Tahrir o plaza de la Liberación por cientos de miles de manifestantes.
Como indicó la secretaria de Estado de EE UU Hillary Clinton: “En Oriente Medio todo está interconectado.” Esta declaración muestra la preocupación de EE UU por la expansión de las revueltas y la posible pérdida de influencia tras la caída de regímenes dictatoriales que les eran favorables y a los que han hecho la vista gorda durante años. ¿Por qué en España apenas se conocía la situación de falta de libertad democrática de Túnez o Egipto, aunque están tan cerca, y en cambio nadie duda de que en Cuba hay una intolerable dictadura o de que Venezuela sufre abusos de autoridad diarios?
Ahora, las potencias occidentales, temen que estas revueltas sociales en busca de la democracia, libertad e igualdad se extiendan a países árabes como Jordania, Argelia o Yemen donde los regímenes dictatoriales no islamistas tienen el apoyo de EE UU y Europa. Sin embargo y, aunque la idea de una masiva llegada de gobiernos radicales islámicos tenga intranquilo a occidente, es evidente que ya no se puede seguir sustentando regímenes que sacrifican el bienestar de la población que está decidida a tomar, de una vez por todas, las riendas.
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