Leganés, 26 de enero de 2011; La sociedad, basándose en los datos aportados por los medios de comunicación, juzgó culpable al madrileño de 25 años, Diego Pastrana, antes de haber pasado a disposición judicial. El joven llevó a la hija de su pareja, de tres años, al hospital tras sufrir un desmayo por una lesión provocada por la caída de un columpio días antes. Allí, siguiendo el protocolo de emergencia por abusos sexuales, los sanitarios avisaron a la policía por un supuesto maltrato a la niña por parte de su padrastro.
Con estos datos, los medios de comunicación comenzaron a difundir la noticia de forma exhaustiva, dando como cierto lo que, hasta el momento, no eran más que sospechas. Haciendo eco de la noticia, comenzó un linchamiento público que no hizo más que intensificar el sufrimiento del acusado que definió su detención “como un verdadero calvario” ya que, la policía, como el resto de los civiles, le trató desde el primer momento como un culpable, aún sin serlo.
No es este el primer caso en el que, la detención previa a un juicio convierte al presunto autor de un crimen en criminal, a ojos de la sociedad, debido al sensacionalismo de los medios de comunicación. Esta actitud favorece una serie de prejuicios que no colaboran ni a esclarecer la verdad ni a hacer justicia sino a provocar una nueva víctima en la persona del injustamente acusado.
La necesidad de encontrar un culpable rápidamente ante crímenes que horrorizan a la sociedad, no justifica la falta de rigor demostrada por los medios de comunicación que, dentro de su profesionalidad, están obligados a mantener la frialdad de los datos contrastados y a respetar la presunción de inocencia.
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